Ayer publiqué la entrada 500 en esta versión del blog, de hecho quería conmemorarla escribiendo sobre ella en la misma, pero se me pasó, y la costumbre de abrir la página en blanco y escribir sobre lo primero que me pasa por la cabeza, me pudo.
Da igual que casi nadie lea blogs ahora. Que sea algo pasado de moda. Y que éste en concreto no tenga mayor alcance. Sigo creyendo, como pensaba en el 2007, que es una actividad que le viene bien al que la practica, más allá de si te leen más o menos.
La ventaja que tiene esto ahora, es que la tentación de inflar el ego es prácticamente inexistente. Con lo cual uno puede explotar el ejercicio desafiante de enfrentarse a una página en blanco a diario.
Sí, ya sé, es un mini reto. Pero en momentos determinados no fui capaz de cruzar esa línea invisible. Y quedarse en silencio no va bien. Por lo que siempre es sano escribirse, algo ayuda.
Por otra parte, tener una obligación diaria, al menos en mi forma de ser, parecía algo totalmente inalcanzable. Me auto obligo para mantener a flote el blog, porque si no lo abandono rápido. Aunque el objetivo no son los números ni cumplir con la promesa.
Más bien se trata de tener un pequeño espacio de libertad, en el que expresar mis pensamientos y batallitas de forma franca. En esta sociedad socialmente digitalizada, los espacios de libertad están demasiado condicionados, por lo que es complicado que tengan margen suficiente para llamarse así.
He aprendido algunas cosas en este trance. Por mucho que lo intento, no consigo expresarme mejor, en todo caso empeoro con el tiempo. Hay una serie de temas a los que doy muchas vueltas en el tiempo, he llegado a crear dos artículos similares con el mismo título.
Por otro lado me contradigo bastante. Depende del momento opino una cosa, la contraria y la equidistante. Muy convencido todas ellas. Así que esto también sirve para visibilizar los defectos que tiene uno, lo cual está muy bien.