Siguiendo parcialmente el mantra de ‘todo lo que sucede, conviene‘ y un poco por poder encontrar un lugar de expresión, aunque sea prácticamente invisible, solo por el hecho de ejercer la práctica, ha estado y sigue estando bien.
Dejando de lado algunas lagunas temporales en la pseudo-disciplina de escritura diaria, que acabo recuperando. Uno se da cuenta de que acaba con cierto músculo a la hora de ponerse a juntar palabras.
Sin contar con los potenciales beneficios terapéuticos que reporta este compromiso con uno mismo.